Dr. Mauricio Besio R.
Departamento de Obstetricia y Ginecología, Centro de Bioética. Facultad de MedicinaUniversidad Católica de Chile.

Introducción
Cuando me fue solicitada esta conferencia, reconozco que dudé frente al desafío. Me pregunté acerca del recibimiento que podría tener una reflexión de este tipo frente a un auditorio de profesionales no sólo expertos en el tema sino que muy probablemente convencidos de las indudables virtudes que esta tecnología posee. Rápidamente se me hizo presente que yo fuí en un tiempo ecografista y dediqué una buena parte de mi quehacer profesional a esta actividad, para abandonarla posteriormente, no por desconocer su utilidad sino más bien por mi incapacidad de resolver ciertos conflictos que se me presentaban al ejercer su práctica. No pude solucionar problemas que seguramente todos ustedes enfrentan y resuelven con variable éxito. Por ejemplo, ¿qué y cómo informar a una paciente, sin ser yo su médico tratante? o ¿qué aspectos del examen debo omitir, sabiendo del mal uso que el informe puede inducir a un médico tratante inexperto o inescrupuloso? ¿Basta decir al paciente ´todo está en el informe, su médico le explicaráª?, desdeñando la contemporaneidad del tiempo real y sabiendo muchas veces que el o la paciente sabe perfectamente que uno sí tiene una respuesta, porque sabe que también somos clínicos.
El examen ultrasonográfico tiene particularidades que lo destacan de otras intervenciones del área médica. Podría ser conceptuado como un examen de laboratorio o como un examen radiológico. Sin embargo, se distingue de ellos por la simultaneidad de su realización con el resultado obtenido y por el hecho que habitualmente es realizado por un médico que también es clínico y de la misma especialidad que el tratante, lo que le otorga una connotación ética diferente.
El avance y progreso de la Medicina a través del tiempo ha hecho inevitable una progresiva separación entre el quehacer diagnóstico y terapéutico del médico con la labor efectuada por los exámenes de apoyo. Inicialmente el clínico lo hacía todo: interrogaba, palpaba, auscultaba y también examinaba la sangre y orina de sus pacientes e incluso sus tejidos en casos de autopsia. Todos recordamos a los antiguos médicos con sus equipos de radioscopía en sus consultas que escudriñaban el interior de sus pacientes sin ser radiólogos. La cada vez mayor exigencia de un diagnóstico precoz para asegurar un mejor pronóstico exigió a los médicos agudizar cada vez más sus sentidos con el objeto de detectar las anormalidades funcionales más tenues. Es así que una vez agotada la capacidad sensorial, el intelecto humano desarrolló instrumentos más y más sofisticados que pudiesen potenciar a sus órganos sensitivos para captar evidencias cada vez más sutiles. Nacen los estetoscopios, microscopios, técnicas de laboratorio etc., que si bien permiten analizar lo más fino del funcionamiento del cuerpo humano, por su sofisticación se hace imposible que un solo hombre sea capaz de dominar sus usos. Nacen entonces las especialidades médicas de apoyo, médicos especialistas en el uso y aplicación de estos instrumentos al servicio de los médicos tratantes incapaces ya de manejar esos equipos tan complejos. Es indudable el aporte que toda esta tecnología ha significado para los pacientes, pero también es cierto que se paga el precio de nuevos dilemas éticos que emergen con su utilización: la intimidad compartida con otros profesionales, un rol demédico tratante más desdibujado, la necesidad de un informe cuya propiedad no está clara, una información que debe ser manejada con prudencia, etc. Problemas a los cuales ustedes se enfrentan a diario y sobre los que debemos reflexionar para salvaguardar los principios que guían nuestro actuar como médicos.

Besio M. La ultrasonografía como realidad: Maravillas y dificultades. Rev Chil Ultrasonog 2001; 4: 52-57

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Ultrasonido de rutina en Obstetricia. Reunión de consenso
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