Introducción
Cuando me fue solicitada
esta conferencia, reconozco que dudé frente al desafío.
Me pregunté acerca del recibimiento que podría tener una
reflexión de este tipo frente a un auditorio de profesionales no
sólo expertos en el tema sino que muy probablemente convencidos
de las indudables virtudes que esta tecnología posee. Rápidamente
se me hizo presente que yo fuí en un tiempo ecografista y dediqué
una buena parte de mi quehacer profesional a esta actividad, para abandonarla
posteriormente, no por desconocer su utilidad sino más bien por
mi incapacidad de resolver ciertos conflictos que se me presentaban al
ejercer su práctica. No pude solucionar problemas que seguramente
todos ustedes enfrentan y resuelven con variable éxito. Por ejemplo,
¿qué y cómo informar a una paciente, sin ser yo su
médico tratante? o ¿qué aspectos del examen debo omitir,
sabiendo del mal uso que el informe puede inducir a un médico tratante
inexperto o inescrupuloso? ¿Basta decir al paciente ´todo está
en el informe, su médico le explicaráª?, desdeñando
la contemporaneidad del tiempo real y sabiendo muchas veces que el o la
paciente sabe perfectamente que uno sí tiene una respuesta, porque
sabe que también somos clínicos.
El examen ultrasonográfico tiene particularidades que lo destacan
de otras intervenciones del área médica. Podría ser
conceptuado como un examen de laboratorio o como un examen radiológico.
Sin embargo, se distingue de ellos por la simultaneidad de su realización
con el resultado obtenido y por el hecho que habitualmente es realizado
por un médico que también es clínico y de la misma
especialidad que el tratante, lo que le otorga una connotación
ética diferente.
El avance y progreso de la Medicina a través del tiempo ha hecho
inevitable una progresiva separación entre el quehacer diagnóstico
y terapéutico del médico con la labor efectuada por los
exámenes de apoyo. Inicialmente el clínico lo hacía
todo: interrogaba, palpaba, auscultaba y también examinaba la sangre
y orina de sus pacientes e incluso sus tejidos en casos de autopsia. Todos
recordamos a los antiguos médicos con sus equipos de radioscopía
en sus consultas que escudriñaban el interior de sus pacientes
sin ser radiólogos. La cada vez mayor exigencia de un diagnóstico
precoz para asegurar un mejor pronóstico exigió a los médicos
agudizar cada vez más sus sentidos con el objeto de detectar las
anormalidades funcionales más tenues. Es así que una vez
agotada la capacidad sensorial, el intelecto humano desarrolló
instrumentos más y más sofisticados que pudiesen potenciar
a sus órganos sensitivos para captar evidencias cada vez más
sutiles. Nacen los estetoscopios, microscopios, técnicas de laboratorio
etc., que si bien permiten analizar lo más fino del funcionamiento
del cuerpo humano, por su sofisticación se hace imposible que un
solo hombre sea capaz de dominar sus usos. Nacen entonces las especialidades
médicas de apoyo, médicos especialistas en el uso y aplicación
de estos instrumentos al servicio de los médicos tratantes incapaces
ya de manejar esos equipos tan complejos. Es indudable el aporte que toda
esta tecnología ha significado para los pacientes, pero también
es cierto que se paga el precio de nuevos dilemas éticos que emergen
con su utilización: la intimidad compartida con otros profesionales,
un rol demédico tratante más desdibujado, la necesidad de
un informe cuya propiedad no está clara, una información
que debe ser manejada con prudencia, etc. Problemas a los cuales ustedes
se enfrentan a diario y sobre los que debemos reflexionar para salvaguardar
los principios que guían nuestro actuar como médicos.
Besio
M. La ultrasonografía como realidad: Maravillas y dificultades.
Rev Chil Ultrasonog 2001; 4: 52-57
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